De acuerdo con mi teoría y experiencia personal, el autismo es causado por una acumulación de factores de estrés en la corteza cerebral (neocórtex) . Estos factores de estrés pueden comenzar antes o durante el embarazo, por ejemplo se causados por vacunas tropicales que recibieron los futuros padres, por el uso de medicamentos alopáticos, por aplicación o remoción de los empastes de amalgama, por infecciones bacterianas o virales, por nacimiento prematuro o un parto difícil. En los dos primeros años de vida juegan también un rol fundamental el creciente número de vacunas que recibe el niño. Otros procedimientos médicos pueden aumentar aún más los niveles de estrés: la anestesia (por ejemplo por colocación de tubos en los oídos), la nutrición insuficiente por uso de exceso de azúcar, grasas hidrogenadas y deficiencias alimentarias, insuficiente ingesta de agua, uso del horno de microondas, factores ambientales diversos (por ejemplo, los plásticos y los metales pesados) etc. Cuando a los 14 meses de edad las vacunas SRP (triple viral) y meningocócicas se administran (como ocurre en Holanda), los niveles de estrés lleguen a un punto de ruptura con lo que el cerebro se bloquea o ingresa en una especie de modo de espera. Las importantes funciones de la corteza cerebral se apagan.
Mi interés por el autismo se generó a través de mis experiencias en la detoxificación de niños que sufrieron daños por vacunas. Muchos de los problemas de comportamiento pronto desaparecieron cuando se los desintoxicó de las vacunas, aun cuando muchos de estos niños acudieron a mí por razones completamente diferentes. En mi práctica he observado que los cambios de humor, agresividad, inquietud, Trastorno por déficit Atencional (TDA) y el Trastorno por déficit Atencional e hiperactividad (TDAH) a menudo se correlacionan con muchas de las vacunaciones tempranas que reciben estos niños. Cuando algunos de mis pacientes autistas mejoraron considerablemente después de la desintoxicación de sus vacunas, mi interés se despertó y me hizo convencer cada vez más de que el autismo debe estar, al menos parcialmente, vinculado con la administración de vacunas. En un congreso sobre autismo realizado en mayo del 2003 en Chicago presenté 30 casos de trastornos de conducta que habían mejorado significativamente con la detoxificación de las vacunas (entre ellos había tres niños autistas). Hoy en día está claro que las vacunas no son las únicas culpables, aunque son las más importantes, también hay otras sustancias tóxicas que pueden desempeñar un papel importante.